Es un encuentro con el alma a través de una canalización clara, profunda y precisa.
Esta sesión no es frecuente ni superficial.
Por la calidad, profundidad y fuerza de la energía canalizada, recomiendo hacerse una vez al año.
Esta sesión invita a mirar, reconocer y maternar a esa niña que aún vive dentro.
Constelar a la niña interior es ordenar su lugar en el sistema familiar, liberar el dolor infantil y recuperar la vitalidad, inocencia y alegría que quedaron congeladas.
Una sesión canalizada profundamente transformadora, donde se unen la sabiduría de los Registros Akáshicos y el poder sanador de las Constelaciones Familiares.
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